Viagem Medieval (agosto del 2007)

Érase una vez, hace mucho, muuuucho tiempo...mucho tiempo...realmente no hace tanto. Hablamos del verano del 2007. Aguerridas damas acudirían a la llamada de Santa María da Feira en tierras Lusitanas, para vivir en propias carnes una Viagem Medieval nunca vista.

Portugal fue nuestro puerto tras surcar reinos de nuestra Península; el Reino de León, el Astur, y no podía faltar el gran Reino Galaico, tierra de Rokheri. Éstos fueron los destinos que iban llenando el maletero de buenos recuerdos.

Mas sigamos con lo importante, con la Viagem. A 2 min cuesta abajo del evento amurallado, se encontraba la que iba a convertirse en nuestra morada durante 10 laaargos días. Una vez guardados los caballos, amablemente cedidos por Lady Rokheri, en las caballerizas de la posada, Lady Aroa, Lady Pau y la anterior dama citada, se adentraron en una época distinta, siglos atrás en el tiempo. Donde españoles y portugueses aún no compartían simpatía (no haremos comentario alguno sobre la época actual...¬¬)

¿Qué decir sobre tal celebración? A aquellos a los que os guste trasladaros "por completo"; ya que a partir de las 10:00 h, creo recordar, no permiten coches dentro del recinto; es el sitio ideal para coger trapujos, atabiarse con las mejores galas (aunque nosotras no las recomendamos, ya que no son las más cómodas) y salir al galope al encuentro de música folklórica, torneos, buena comida (para algunos...) y ¿por qué no? damas y caballeros.


El pueblo se sitia bajo los pies de su siempre regente castillo. Un caminito de puestos te guiará hasta sus puertas custodiadas, solo para las fechas, por campamentos de hermandades de caballeros llegados de todas partes. Aún así no os dejéis engañar, no es fácil asediarlo, pues lo que vimos en la visita deja bastante claro cuanto puede soportar la casita del Rey.

Por supuesto la visita al castillo se le permite a todo hijo de vecino, eso si, lo que antes era mantenido por elevados impuestos a la nobleza, ahora se mantiene pagando entradas algo más caras para unas cosas como para otras. Y esque hasta los duendes que viven en los bosques de alrededor te sablean si quieres entrar en sus dominios...a lo que hemos llegado. ¬¬

Otros caminos del consumismo artesanal (hemos de informaros, que una vez pagues con tu moneda, es posible que las vueltas te las devuelvan en reales. Mas no os preocupéis, podéis dirigiros a cualquier puesto de información para cambiarlas cuando debáis iros) te conducen, como si de Roma hablásemos, a la plaza principal. Y así la llamamos porque es donde el populacho puede disfrutar de un fresco trago bajo bandas de colores sujetas a los frondosos árboles. Largas bancadas hacen que los comensales y buenos bebedores olviden por un momento su condición o su clase en la escala social. La comida y bebida que se sirve, no podía ser de otra manera que de la misma época de la que estás disfrutando. A saber, sopa del campesino, papas, las pitas de atún o pollo que nos salvaron la vida, cochinillo asado a la antigua usanza y a vista de todos...¿La bebida? no es más amplio el menú: agua, cerveza, sangría, zumo de naranja natural y en determinados puestos la hidromiel y el orujo.

Pero fue la sangría para nosotras y la música con cierto toque celta, nuestras compañeras de largos paseos, de horas sentadas en el campo a merced del río. Observando como a cada hora un nuevo leproso era trasladado al otro lado del mismo, al único lugar donde como malditos podían reposar sus marchitas carnes. Disfrutábamos también como arduos guerreros demostraban su mano con la espada, viendo el vuelo de halcones, sobre nuestras cabezas, obedientes a las llamadas de su cetrero.

Se podría decir, que la guinda de este suculento pastel la colocaban los caballeros en justas y torneos, tanto por la tarde como en la oscura noche. Españoles de norte a sur, Valakos de tierras llenas de horror, Germanos de recios clanes e Italianos de galante corazón. Todos ellos ofreciendo su vida por defender un nombre, sus reinos, una dama...sin olvidar por encima de todo el honor que los mueve a la batalla.

10 días que pueden ser calurosos, monótonnos o no, pesados o amenos, de frías noches...frikis, no olvidemos...Pero ante todo 10 días cerca de lo que nuestro siglo casi nos ha hecho olvidar.

Nunca llevé bien las resacas.